Para asegurarte que estás en el camino correcto para dominar un tema, hay que revisar estos tres puntos.
¿Quién fue el maestro de mi maestro?
Nos guste o no, la calidad de la instrucción que recibió nuestro maestro influye en la calidad de la información y en la calidad de las lecciones que recibimos.
Investigar un poco sobre las credenciales, las certificaciones, la trayectoria de tu profesor puede ayudar a decidirte por un curso sobre otro.
Y si estás estudiando en línea o a través de libros, puedes revisar la trayectoria del autor del curso o texto, para ver que tan a profundidad conoce el tema, cuánto tiempo le ha dedicado y que tanto prestigio tienen las fuentes que ha consultado.
Cuando un libro incluye 50 páginas de bibliografía al final, es una buena señal. Quiere decir que el autor se tomó el tiempo de hacer la investigación pertinente y no escribir sólo en base a su experiencia.
¿Cómo les va a los estudiantes más lentos?
Quisiera decirte que la gente más inteligente y/o la que asistió a las escuelas con más fama son los mejores maestros pero no basta con eso para ser buen profesor. Tal vez ya te hayas topado con algún profesor que por más doctorado que tenga, hace la clase lenta e imposible de seguir.
Enseñar es un arte y es tu responsabilidad como alumno que quiere dominar el tema buscar al mejor artista que te acepte como aprendiz.
Las obras de arte de un profesor son sus alumnos y si asistes a una clase muestra, puedes observarlas de cerca.
La clave para distinguir a un buen profesor es ver cómo trata a los alumnos más lentos de su clase, ¿les tiene paciencia?, ¿los respeta igual que a los estudiantes que captan todo a la primera?, ¿los va dejando atrás, presionado por cubrir todos los temas del plan de estudios?, ¿busca que se involucren en las actividades para que aprendan a través de la práctica lo que no están entendiendo en la teoría? ¿utiliza los elogios o el ridículo para motivar a sus alumnos?
Todo esto te indica si el profesor es lo suficientemente humilde para dejar a un lado su ego y vaciar su conocimiento en los alumnos, esperando que algún día lo sobrepasen.
También te indica si la profesora domina a profundidad su tema como para ser capaz de explicarlo desde sus fundamentos. Y si tiene la creatividad para explicar ese tema de varias maneras, hasta que alguna haga click.
Hay profesores que solo aceptan al 1% en el tope de su clase. Cuando eres un novato, no estás buscando a esos profesores. Estás buscando a aquel que tenga la paciencia con los principiantes, porque por pura probabilidad, vas a ser parte de los “lentos” de la clase.
¿Realmente estoy confiando en mi maestro?
Después de analizar a los alumnos y al profesor, toca analizarte.
Tal vez no sea el ego de tu maestro el que se está interponiendo entre tú y el aprendizaje. Tal vez es tu propio ego. Tu propio ego que te impide tratar algo por miedo a equivocarte. Tu propio ego que te hace creer que tu técnica es mejor o que sabes más que el profesor y no necesitas seguir sus instrucciones.
Si ya te tomaste el tiempo de validar al profesor, entonces deja tu ego a un lado y confía. Obedece, por muy irracional que te parezca. Mientras no te pidan nada ilegal o inmoral, acepta la incomodidad y haz lo que tu maestro te indica. Confía lo suficiente para probar. Y acepta que muchas veces hay que regresar a las bases para corregirlas y pasar al siguiente nivel.
Un buen maestro te ahorra mucho en el camino hacia la maestría. Si realmente quieres dominar algo, responde estas tres preguntas antes de anotarte como alumno. Y si ya encontraste un buen profesor, no dudes en recomendarlo.
Hablando de recomendaciones, te dejo aquí el botón para que le mandes este correo a alguien dentro de tu círculo que está buscando a su mentor.