Tengo la teoría que todos somos piezas de rompecabezas. O sea está eres tú:
Cuando tú decides iniciar una relación con alguien, el rompecabezas se ve así:
Pero no somos pingüinos, destinados a emparejarnos con una única persona el resto de nuestra vida, sino que podemos elegir. Entonces en tu siguiente relación el rompecabezas queda así:
Tú sigues estando en el centro, pero el punto en el que coincides con la otra persona cambió. Esto es porque tú tienes diferentes piezas de tu personalidad, tu manera de convivir y tus gustos que son compatibles de una manera distinta con la pieza A que con la pieza B. Cada persona, de acuerdo a la forma de su rompecabezas, encaja con partes diferentes de ti.
Una vez que empecé a ver a las personas como piezas del rompecabezas encontré tres conclusiones importantes:
1.- Necesitas más de dos piezas para completar un rompecabezas.
Cada relación que tengas va a cubrir algunas de tus necesidades y tú vas a cubrir algunas de la otra persona pero siempre va a quedar uno o más lados descubiertos. Esos lados es TU responsabilidad el completarlos, de nadie más.
¿Tienes un amigo trepa cerros que si se levanta a acompañarte a las 7 de la mañana en domingo? Perfecto, ese lado del rompecabezas está cubierto y no tienes que pelearte con tu pareja para que se levante a acompañarte. Él o ella siguen durmiendo hasta tarde y son felices. Tú te vas a estar en contacto con la naturaleza y también eres feliz.
Esto también implica que a veces te va a tocar construir la pieza faltante. Cuando estaba en la prepa entré a un curso de cine con la que era mi mejor amiga. Ella aguanto tres clases y me dijo que no le gustaba así que se salió. A mi sí me interesó así que me quedé. (Aunque cuando llegamos al mes de cine experimental europeo empecé a cuestionar mis decisiones).
2. No se vale comparar piezas.
Cada persona es una pieza única y la mejor manera de hacer sentir a alguien que nunca es suficiente es estarle recordando en qué está fallando en lugar de ver cuáles son sus puntos fuertes.
Y aunque parezca que estoy hablando de no comparar tu novio actual con tu ex, en realidad esto lo aprendí en mi primer trabajo. Yo entré como practicante de Desarrollo de Cosméticos y tenían a una chica en Desarrollo de Alimentos. La chica de Alimentos llevaba muy buena relación con el dueño, tanto que cuando ella encontró trabajo en otra planta, no fue nuestra jefa la que negoció para que se quedara sino el dueño de la empresa. No funcionó y la chica se fue.
El gerente tuvo la genial idea de cambiarme de Cosméticos a Alimentos y ahí empezó mi calvario. No importa lo que hiciera, cuando llegaba el momento de presentar los desarrollos, los comentarios siempre iban de que no lo hacía igual que la persona que estuvo antes en mi puesto. Como ella y yo apenas y habíamos coincidido 10 días, me era muy difícil imitarla, sin embargo platiqué con los otros compañeros del departamento y con su ayuda, copie lo mejor posible sus presentaciones, desde la manera de guiar la degustación hasta el cómo tener acomodado el laboratorio. La única respuesta del dueño fue comentar que se había topado con la otra chica en el centro comercial y le había rogado que regresara. Fue esa y otras razones las que me hicieron renunciar a ese trabajo un par de meses después.
3. No vas a tener la misma forma toda tu vida.
Ser responsable de un hijo, un diagnóstico médico, un cambio de carrera o ir a terapia. Todas esas experiencias van modificando quién eres y una vez que tú cambias, las demás piezas del rompecabezas tienen dos opciones: adaptarse o dejar de ser compatibles. Cuando sientas que algo está muy forzado y no se arregla platicando, tal vez es momento de dejar ir esa pieza.
Espero que pronto puedas completar tu rompecabezas y te mando un abrazo navideño.