Dice uno de mis libros que hay años que preguntan y hay años que te dan las respuestas. Y debo admitir que conecto con esa idea de que cada año tiene un sabor distinto.
He decidido llamar al 2022 mi año de Montecristo. Se llama así porque cada vez que pienso en Edmundo Dantés y su historia de transformación, viene acompañada de la frase final de la novela: Confiar y esperar.
Cada que me desespero porque aprender programación no va tan rápido cómo me gustaría, me recuerdo que hay que tener paciencia y seguir trabajando. Esperar.
El progreso no es lineal, así que aunque no vea diferencia, mientras me siente frente a la compu para programar, estoy cumpliendo con lo que me toca. Lo hago con la consciencia de que ese conocimiento está entrando a mi cabeza, está creando conexiones entre las neuronas y va a llegar el punto en el que conozca lo suficiente del tema para poder conseguir un trabajo. Así ha sido con mis carreras pasadas y no hay motivo para que este pivote sea diferente. Confiar.
Cambiar de identidad no es fácil, ya sea que pases de estudiante a profesionista, de mujer sin hijos a mamá, de soltero a casado, de empleado a emprendedor, de trabajador a jubilado. No es fácil y no hay instrucciones, lo que si hay es un consejo: Confiar y esperar. Te mando un abrazo.
1% al día, Clau. Paciencia es el nombre del juego. Yo para Platzi tengo mi lema de una clase al día. Para estudiar inglés, 15 minutos al día. Para leer, una página al día. A veces avanzo más, pero con empezar con algo pequeño me ayuda a ser constante y esperar los resultados a largo plazo.
Excelente reflexión y me viene como anillo al dedo, muchas gracias por compartir.
¿Dondé se te presenta lo desesperante de la programación, en la lógica o en el lenguaje?