Ayer me regalaron unas sábanas para que las usara para hacer las pruebas de costura. Y ya me estaba imaginando cómo cortarlas cuando le pregunté por qué ya no las iban a usar. Resulta que las estaban desechando porque la sábana que rodea al colchón estaba floja y se soltaba. Por más que la acomodaban, amanecían con la cama destendida.
Por pura curiosidad me asomé a ver cómo estaba armada la sabana defectuosa: resulta que tenía un canal en todo el borde por el que pasaban un elástico y ese elástico era el que se enganchaba al colchón. Sólo que el elástico ya no era elástico por tantas lavadas y metidas a la secadora. Media hora, 50 pesos y siete metros de elástico después volvían a tener un juego de sábanas completas.
Del otro lado de la historia, el otro día le pegué al carro yendo en reversa y se zafó parte de la fascia trasera. No es la primera vez que pasa así que le acomode la fascia y le di un empujón, sabiendo que tiene unos ganchitos que vuelven a entrar y con eso se acomoda. Excepto que está vez el ganchito de la orilla estaba roto y por más que lo empujaba no enganchaba.
Así anduve unos quince días y aunque mi papá y mi pareja intentaron acomodarla cuando les dije que se había roto el ganchito aceptaron que no se iba a arreglar nada más con un empujón. Ya lo iba a llevar con el hojalatero hasta que el lavacoches me dijo que él podía arreglarlo. Resulta que para volverlo a fijar había que moverle a una tuerca, el ganchito que yo había supuesto que era el problema no lo era.
Ambas historias demuestran la lección de esta semana: Entre más conocimiento tienes, más alternativas encuentras.
En el caso de la fascia de mi carro, mi conocimiento era limitado y cómo tal mi diagnóstico del problema y la solución no estaba ni cerca de ayudarme a resolverlo. Y aunque mi papá tenía toda la intención de ayudarme, no sabia lo suficiente para corregirme. El lava coches que sabía más de carros que nosotros dos se las ingenió para resolver el problema.
En el caso de las sábanas, yo era el lavacoches. Después de un año de estar viendo cómo se ensamblan las prendas, aunque nunca había cosido sábanas, tenía una idea aproximada de qué era lo que podía estar ocasionando la falla.
A fin de cuentas cuando aprendes a sumar usando 2 + 2, ese conocimiento de la suma no sirve únicamente para el número dos sino que lo puedes usar para cualquier combinación de números que se te cruce. Lo mismo con el resto de conocimientos que vas adquiriendo por hacerle caso a tu curiosidad intelectual.
Esta regla de más conocimiento igual a más alternativas es uno de los mejores argumentos para seguir aprendiendo toda tu vida, aún cuando ya no estés en la escuela. Porque de la escuela te gradúas, de los problemas no.
Sin embargo, si en el tiempo entre la aparición de un problema y el siguiente, eres una persona con más aprendizajes, entonces se vuelve más fácil visualizar de qué hilo tirar para empezar a resolverlos. Y cualquier truco que me ayude a resolver mis problemas más rápido, más fácil o con menos costo, vale la pena aplicarlo.