Ando con más ganas de reflexionar y cerrar el año pasado que de planear el que viene. Me costó casi todo el 2022 aprender a fluir con la corriente en lugar de querer controlar cada minuto de mi vida y no quiero arruinarlo.
Si hay algo que destaco en este año que recién terminó es que fue un año de experimentación. Hice dos grandes experimentos el año pasado: el primero fue el sabático y el segundo fue el autoestudio.
Sobre el sabático ya te platiqué aquí y tengo otro newsletter programado. Así que para empezar bien este año, quiero compartirte lo que descubrí sobre el autoestudio.
Lección 1. Recuperas la confianza que la escuela te quito.
Aprender por tu cuenta es a la vez más brutal y demandante que la materia más pesada que llevaste cuando eras alumno oficial pero cuando al fin entiendes un tema, te sientes en la cima del mundo.
Y cómo no hay calificación, no hay comparativo contra otros, empiezas a entender que aprender depende de ti y (re)descubres la capacidad que tienes para aprender. En un salón de uno no hay burros ni superdotados. Eres solo tú y si tuviera que apostar, diría que tienes mayor capacidad de la que supones para aprender.
Lección 2. Principios e intuición.
El otro día se me ocurrió comprar una tela desconocida en Parisina, sólo para tener con qué practicar. Después, decidí hacer unos bolsillos de esa tela desconocida y para mi sorpresa, al intentar coserla, se encogía.
Como no tenía profesora a la cuál preguntarle, me fui por los recursos que si tenía a la mano: revisé videos de youtube y el manual pero ninguna de las soluciones propuestas resolvía el problema.
Así que me tomé una pausa y decidí usar la lógica para encontrar la causa de lo que pasaba. De mis clases anteriores sabía que puedes tener dos problemas al momento de coser: uno es que el hilo quede demasiado flojo y se levante o se haga nudos, el otro es que el hilo quede demasiado apretado y no permita que la tela se estire, con lo que acaba toda encogida. Ambos se arreglan ajustando la rueda de la tensión.
Y también me recordé a mi misma que al coser bolsillos, no voy a coser nunca una sóla capa de tela, siempre van a ser dos, así que lo que tenía que hacer es encontrar la tensión y el hilo necesarios para que funcionara con dos capas de tela. Esa era la misión. Después de tres días de estar experimentando y practicando, conseguí terminar el proyecto.
No hubo video de youtube que me resolviera mi problema, porque aunque quisiera preguntar, ni siquiera sabía que tela estaba utilizando. Tuve que resolverlo basándome en los conocimientos que ya tenía.
A diferencia de cuando aprendes en un salón de clases, que hay un libro que consultar para encontrar la respuesta correcta, aquí sólo llegas a una solución si es que aplicas la combinación de lógica y principios.
De nuevo, es un camino mucho más difícil pero una parte de mi sospecha que eso es lo que me va a permitir desarrollar una “intuición” para resolver los problemas que surjan más adelante.
La química, la costura, la programación, todos ellos no actúan de manera caprichosa, sino en base a la combinación de sus propias reglas. Y es el conocer esas reglas lo que me va a permitir que aunque la situación cambie, sea capaz de encontrar la combinación adecuada para seguir adelante.
A falta de libro de respuestas, entender realmente qué hago y porqué hago lo que hago es mi única alternativa. Más retador al principio y con más potencial en el largo plazo.
Lección 3. El fracaso es un resultado válido.
En mi familia se burlan porque estudie 4 años y medio sólo para acabar trabajando de lo que estudie sólo seis meses. Y si, puede que la transferencia de calor entre un fluido real y uno newtoniano no me haya servido hasta la fecha pero si hay algo que se me quedó después de tantos años en un laboratorio es cómo plantear experimentos.
En el caso de mi problema con la tela tenía varias variables desconocidas: nueva máquina, nueva tela y nuevo hilo. Así que empecé a hacer varias combinaciones, determinando mis condiciones iniciales y variando una sola variable, de manera de identificar exactamente qué cambiaba.
A fin de controlar lo más posible mis condiciones iniciales decidí regresar al hilo que ya conocía con la tela con la que había practicado en las máquinas anteriores y una vez que hiciera funcionar la tensión con esa combinación en la máquina nueva, entonces ya iba a cambiar de tela y después de hilo. Todo acompañado de sus respectivas anotaciones. Puedes sacar a la mujer de la ciencia pero no a la ciencia de la mujer.
Me tomó más de 20 intentos encontrar una combinación que me permitiera coser. Y la magia de todo esto es que en ningún momento me sentí mal o tonta por no conseguirlo en ese intento. Otra vez comparando con la escuela en la que equivocarse es algo que se penaliza, aquí lo veía más cómo una opción que ya podía descartar.
Tensión en 2 con hilo grueso y dos capas de tela es mejor que tensión en 4 con hilo grueso y dos capas de tela, así que tensión en 4 queda descartada y vamos bajando tensión de 2 a 0, a ver si hay mejora.
Te acostumbras a esperar más fallos que aciertos y a que esos fallos sean parte del proceso, no el fin del mundo.
El ejemplo que te di es de la costura pero es mil veces más válido en la programación, Además de la tolerancia al fracaso, estoy agarrando una tolerancia a la frustración nivel monje novicio.
Lección 4. Te devuelve la curiosidad.
Ya que comprobé que puedo aprender por mi cuenta, sospecho que mi default para los próximos intereses va a ser tomar un curso básico y si me gusta, dejar al profesor de lado y seguir aprendiendo por mi cuenta.
Es cómo despertarte un día con superpoderes, quieres probar a ver dónde están los límites y qué cosas nuevas puedes hacer.
Empiezas a entender porque hay personas polímatas. En lugar de esperar a que se te cruce el conocimiento, vas a buscarlo y entre más bases tienes, es más sencillo construir lo siguiente.
Ya lo había notado en mi breve etapa estudiando portugués por mi cuenta, cómo tenía las bases del español y del francés + todo lo que he leído de la cultura griega y romana, era menos esfuerzo adivinar el significado de las palabras, porque ya conocía su etimología.
Como desventajas está que si te metes a alguna clase con otras personas, por ejemplo un taller de carpintería, ya que no tienes el capital para invertir en sierras, lijas, barnices, etc, te puedes desesperar muy fácilmente porque ya vienes habituado a marcar el ritmo según lo que necesitas y si alguien, desde tu punto de vista, detiene la clase, vas a chocar con ese alguien. Una clase solo avanza tan rápido como su integrante más lento, es ley de la vida.
La otra desventaja es que te puedes volver arrogante y asumir que ya lo sabes todo (ve la nota de Ford). Es imposible saber que no sabes lo que no sabes hasta que ese hueco en tu conocimiento se vuelve obvio. Y si sólo vas aprendiendo de lo que pica tu interés, es probable que dejes de lado esos temas aburridos o difíciles, aún cuando sepas que existen, porque no puedes juzgar qué tan relevantes se vuelven en un futuro.
Aquí es dónde un buen mentor/instructor es invaluable porque nos ayuda a detectar esas deficiencias y nos da el seguimiento para asegurarse que estamos cubriendo las bases. Además que acceder al conocimiento acumulado, te evita tener que reinventar la rueda una y otra vez.
Y eso es algo que aún no resuelvo, ¿cuándo conviene regresar con un mentor y cuándo puedo seguir aprendiendo por mi cuenta? Si tienes alguna experiencia con este tema, me encantaría que me la compartas, ya sea contestando este correo o dejando un comentario.
Me despido dejandóte una cita de mi segundo libro favorito de 2021 (que después se volvió medio problemático peeero en ese momento no lo sabía):
La vida es aprendizaje. Punto. Superar la ignorancia es la meta al final del camino. No se supone que ya tienes que saberlo cuando comienzas. El punto de aventurarte en lo incierto es iluminar la oscuridad de nuestra ignorancia. (…) La vida es como la escuela con una diferencia clave: en la escuela recibes la lección, después te dan la prueba. Pero en la vida, primero recibes la prueba y es tu trabajo tomar la lección. Will por Will Smith & Mark Manson