La pijama
Hay dos maneras de hacerte una pijama.
La forma más común es que sea un proyecto para principiantes, en el que probablemente vas a tener errores y así la usas, con errores y todo porque a fin de cuentas nadie la va a ver más que tú.
Que si está mal puesto el elástico, que si la orilla de la blusa está medio chueca porque la cortaste mal, no importa. Si escoges la tela correcta, puedes incluso no rematarla.
La idea es que acabes pronto de coser la pijama.
En el otro punto de vista están los que ven a una pijama cómo un proyecto al que hay que dedicarle mucho tiempo y darle los mejores terminados que puedas, aún mejores que una blusa con la que sales a la calle.
Porque aunque sólo la vas a usar tú, es una prenda que vas a estar usando todos los días.
Y porque aunque no salga de la recámara, es importante que estés lo más cómodo posible al dormir.
Cuando tu pijama es proyecto de principiantes lo importante es el resultado, quieres llegar a tener algo terminado, que sea fácil, que te dé un logro rápido de manera que no te desmotives cuando recién empiezas.
Cuando la pijama es un lujo que te coses a ti, entonces lo importante es el proceso. Descoser si es necesario, irte sin prisas, con atención al detalle. Hacer algo que sabes que te va a compensar el tiempo que le estás metiendo porque te va a durar muchos usos.
Ninguna de las dos formas es mejor que la otra, sólo dependen de lo que estás buscando.