Razones para despertar un sábado
Hasta el mes pasado había sólo dos razones para despertar temprano en sábado. La primera era ganar dinero porque trabajaba los sábados. La segunda era no gastar dinero, porque si no llegaba a clase, tenía que pagar por volver a tomarla. Este mes agregue otra: hacer ejercicio.
A mi versión de 20 años no la hubieras convencido de dedicar un sábado por la mañana ni pagándole.
Cuando era niña creí que el mundo se dividía entre personas que leían y sacaban buenas calificaciones a cambio de ser torpes y personas que les iba más o menos en la escuela pero eran buenas jugando al fut/basquet/voli así que siempre las escogían primero cuando se hacían los equipos. Yo estaba en la primera categoría y con mi visión infantil del mundo creí que una vez terminada la escuela me iba a librar de tener que correr por el resto de mi vida.
Y si me escapé de que me mandarán a hacer ejercicio por un tiempo. Gracias a una mamá que me preparaba comidas balanceadas, mi peso siempre estuvo en un rango saludable. Nunca me mandó el doctor a que hiciera ejercicio para perder unos kilos. Puedes no ser más que hueso y grasa, pero si estás flaca, te dejan en paz.
Para cuando cumplí 27 tuve que admitir que este cuerpo es el que me va a llevar a mis 70’s y 80’s, entonces tengo que darle su mantenimiento para llegar a viejita con movilidad e independencia. Aunque siga odiando el sudar, estar adolorida y sentir que el corazón se me va a salir por la garganta, hacer ejercicio es parte inescapable de este mantenimiento.
Si tú también fuiste de esos que odiabas la clase de deportes, aquí te van un par de epifanías que tuve en el camino que me ayudaron a aceptar el ejercicio como parte de mi vida.
Acepta que va a doler.
A veces te va a doler mientras lo haces, a veces te va a doler al día siguiente. Y otras veces más de un día siguiente. Es importante que te familiarices con ese dolor para que puedas distinguir de entre me duele porque hice ejercicio y mis músculos están llenos de ácido láctico a me duele porque hice algo mal y estoy lesionado.
Acepta que vas a tener que pagar dinero.
Hay maneras de hacerlo gratis, si si las hay. Pero si estás empezando, la mejor manera de prevenir lesiones es ir con un profesional y pagarle para que te enseñe la manera correcta de hacer las cosas.
Ya cuando sabes hacerlas, entonces puedes ver esos videos de ejercicios en casa y seguirlos, porque eres capaz de monitorearte y corregirte. Pero si no sabes la forma correcta, en el mejor de los casos no ves resultados y en el peor de los casos acabas lastimado.
psst para saber si es el instructor correcto, revisa este post
Invierte en el equipo necesario. (Tanto en vestimenta como en herramientas)
Suena super obvio pero no tienes idea de los bra que eche a perder porque en lugar de usar un bra deportivo, me iba a hacer ejercicio con el bra normal. Ni me sentía cómoda, ni me daban el soporte que necesitaba para hacer los movimientos. Cuando me pare en la tienda de outlet de nike y compre un par de bras para hacer deporte, sentí la diferencia.
Cada deporte suele tener su vestimenta relacionada y no sólo es por estética.
Si practicas pole por ejemplo, la piel genera más fricción que la tela, así que buscas que la mayor cantidad de piel este en contacto con el tubo para que te detenga cuando estás haciendo algún truco.
Si traes una blusa muy suelta, cuando haces un perro para abajo en yoga se te viene la ropa a la cara y no te deja ver lo que el profe está haciendo.
Cuando estaba en bellydance, necesitaba tener el estómago descubierto para que la maestra viera que estaba haciendo bien el ejercicio y la fajilla con moneditas servía para darle énfasis a los movimientos de cadera.
Nunca he corrido pero te apuesto que también hay diferentes zapatos dependiendo si corres en asfalto, en pista y demás.
Aquí te doy dos consejos generales.
El primero, si vas a comprar un pantalón para hacer lo que sea, haz una sentadilla frente al espejo del probador y revisa que no se transparente cuando te mueves. Parece obvio pero con la calidad de ropa que hay, mejor revisar que andar mostrando más de lo que estés cómoda. (Y todo ese tipo de telas elásticas se lavan sin suavizante y de preferencia, sin meterse a la secadora que luego cocinas el elástico. )
El segundo es que vayas a una tienda especializada en deportes, te encuentres un dependiente que conozca del tema, le expliques qué estás buscando y dejes que te asesore. Si, te va a salir más caro que pedir las cosas en amazon, temu o decathlon.
Pero el conocimiento que tiene esa persona te va a ahorrar el tiempo de andar averiguando y leyendo reseñas. Así me pasó con natación, el asesor de Martí me ayudó a medirme los googles para que no tuvieran filtraciones, me recomendó los que necesitaba para piscina de interior y me dio la opción de una gorra de pelo largo.
Póntelo fácil.
Ten un set más de ropa de lo necesario. Si vas al gym tres veces a la semana, ten cuatro cambios. Así si se te olvidó lavar o está lloviendo y no se ha secado, no tienes pretexto, usas ese cambio adicional.
También haz que el lugar para hacer ejercicio este cerca de tu casa, trabajo o en la ruta entre uno y otro. Así no tienes que convencerte de manejar cuarenta minutos solo para ir a hacer algo que no quieres. O si te pasa lo que a mí, que me tomé una siesta y me quedé dormida cuando sonó la alarma, está tan cerca que pude salir corriendo y llegar al inicio de la clase.
Una lesión no es el final de tu carrera deportiva.
Afortunadamente la ciencia del deporte ha avanzado lo suficiente para que amateurs como tú y yo podamos ir con un fisioterapeuta cuando algo nos molesta. Yo he ido dos veces, una por problemas de la espalda baja y otra por la ciática. En ambas ocasiones, me dieron ejercicios para rehabilitarme, los seguí y pude volver a hacer ejercicio. A veces con algo de miedito no te voy a mentir pero poco a poco.
Aquí también es importante que te comuniques con el instructor para que te dé alternativas que si puedas hacer con la lesión presente. O a veces toca cambiar de deporte por uno de menor impacto, pero hay alternativas.
Creértela.
Ir a clases de pintura y colgar los cuadros que haces para decorar tu casa, te vuelve una persona creativa. O tomar un curso de murales y usarlo para pintar uno en el patio te vuelve pintora. Así de sencillo, no necesitas que los demás te paguen por hacerlo o que te reconozcan. Lo mismo con el ejercicio, si haces ejercicio de manera constante, una, dos o más veces por semana, eres una persona activa. Punto. No tienes que tener cuadritos, un porcentaje menor a dos dígitos de grasa o ser capaz de correr un maratón.
¿Recuerdas que en el principio del newsletter yo juraba que una vez que se acabaran las clases obligatorias de deportes me iba a convertir en una con el sillón porque era la persona más floja del mundo?
Pues entre que me gradué de la secundaria y el periodo en el que me di cuenta que el ejercicio y yo estábamos unidos hasta que la muerte nos separe hice dos semestres de pilates en la prepa y otro más en la universidad, año y medio de medio ir al crossfit, zumba primero con mis amigas y luego con mi prima, retome dos años de danza árabe, me asomé al gimnasio y trepe uno que otro cerro.
Todo sin que me obligara una calificación. Si realmente hubiera sido tan floja como creí que era, no me hubiera dado el tiempo ni hubiera gastado el dinero en hacer todo eso. A mi nivel, a mi manera y con mis (pocas) ganas yo era una persona activa. La evidencia lo apoya.
En el momento en el que voltee hacia atrás y vi que lo que había considerado como hobby, era en realidad hacer ejercicio, vi que ya llevaba la mitad del camino ganado. Una persona activa puede dejar la actividad física por un par de meses, incluso años pero no la está abandonando, es una pausa y siempre la puede retomar. Una persona activa puede hacer yoga un año y después unirse a un equipo de basquetbol, no pensar que dejar una actividad es el final.
Te veo la próxima semana y te deseo una pronta recuperación de tu última sesión de ejercicio.