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La gente es extrañamente consistente. El karma no eres más que tú, repitiendo tus patrones, virtudes y fallas hasta que finalmente obtienes lo que mereces.
Naval Ravikant.
Cuando me tope con ese tweet, mi mente se fue directo a una persona en particular. Así que esta es la historia de cómo él se construyó su propio karma. Antes de que continues, tengo una advertencia, voy a hablar sobre acoso sexual en este correo. Así que si esto remueve algo, puedes dejar de leer. Te veo la próxima semana.
Desde que era niña, siempre me han gustado los vestidos, si son del largo adecuado son cómodos, puedes comer en ellos sin dar botonazos y me resuelven el problema de tener que combinar la parte de arriba con la de abajo. Así que en ocasiones especiales, es probable que me veas usando un vestido. Y la posada de la empresa era una situación especial. Así que me fui en vestido.
En la posada todo empezó bien, después de la comida me pasé de mesa en mesa saludando a los conocidos de otras áreas. Es aquí donde entra a la historia Zeus (no se llama así pero creo que el nombre le queda). Yo lo conocía de pasada, nos habían tocado algunas capacitaciones juntos y teníamos gustos similares, así que me pareció buena idea sentarme un rato en la silla de al lado. Zeus me presentó al resto de la mesa y me quedé platicando con ellos hasta que de repente sentí algo que se movía sobre mi pierna, justo en el borde de la falda.
Honestamente, lo primero que pensé era que alguien estaba jalando o acomodando el mantel y era eso. Esa explicación inocente no me duró ni medio segundo porque lo siguiente que sentí eran un par de dedos que se metían por debajo de la falda y avanzaban sobre mi pierna. Me quedé en shock y me pare al baño.
Regresé, moví mi silla y esperé que Zeus entendiera la indirecta. Al parecer le hablé en chino porque él movió su silla y lo volvió a intentar. En ese punto decidí despedirme y dejar la fiesta. Así de incómoda estaba.
A partir de ese día marqué mi distancia y estaba funcionando hasta que nos tocó otro evento. Estábamos todos sentados en un círculo para una dinámica de integración y sentí un brazo agarrándome por los hombros. No me llevaba así de cercano con nadie de la oficina, así que voltee para ver a quién le correspondía. ¿Quieres apostar? Era Zeus. Le valía que estuviéramos en frente de otros 20 compañeros de la empresa. Así como le valió que me hubiera parado la primera vez. Me pasé los 10 minutos de la dinámica sentada en el borde de la silla porque si me hacia para atrás, iba a volver a tocarme.
Tres meses después Zeus se apareció en la oficina para despedirse. Había empezado su día de trabajo como siempre pero RH había estado haciendo una investigación a sus espaldas y ya tenía los resultados. Ese mismo día lo dieron de baja por conducta inapropiada. Alguna compañera, más valiente o con más evidencia, había sonado la alarma para que comenzara la investigación. Y es aquí donde sus acciones construyeron su propio karma.
Honestamente, a menos de que RH viniera a preguntarme, yo no iba a acusarlo de algo para lo que era mi palabra contra la de él y que había pasado hace más de medio año. En cuanto a la vez de la dinámica, aunque había sido en público, ¿quién iba a acordarse? Y aunque yo no quisiera que él me tocara, el contacto había sido lo suficiente “inocente” como para pasar por camaradería.
Si él me hubiera acosado solo a mí, probablemente se hubiera salido con la suya. Tenía demasiado miedo de crear conflicto y perder mi trabajo como para decir algo. Pero no lo hizo, siguió molestando a otras compañeras hasta que sufrió las consecuencias.
En cuanto a mi, tampoco me gustaba el karma que estaba recibiendo. Afortunadamente el acoso no pasó a mayores pero cada que había un evento con otras áreas, tenía que estar al pendiente de dónde estaba Zeus y moverme para mantenerme lo más alejada posible de él. También tenía cuidado de estar siempre acompañada si tenía que pasar a la oficina a pedirle algo. Así que me prometí a mi misma que la siguiente vez que alguien me tocara cuando yo no quería, no iba a tener miedo de armar un escándalo y dejarlo en evidencia.
Antes de despedirme, quiero contarte otra pequeña historia.
Entré a walmart sola para hacer compras de pandemia y cuando detuve mi carrito para ver la lista, sentí que me agarraban la mano. Solté tal grito que los tres carritos a la redonda se voltearon a ver que estaba pasando. Cuando voltee, resulta que el dueño de la mano era mi primo que también estaba haciendo compras y decidió jugarme una broma. Cuando estaba formada para pagar, me sentí contenta conmigo misma, porque me había reeducado de quedarme callada a llamar la atención si era necesario y había tenido la oportunidad de confirmar mi teoría.
Espero que no haya resultado muy deprimente este correo. Me encantaría decirles que no pasa, que la gente tiene el suficiente control para comportarse y el 95% del tiempo así es y podemos llevar una relación profesional. Es el otro 5% del tiempo que nos hace que aprendamos a defendernos.