Tres lecciones en un cambio de canal
Imagina que estás cambiando de canal en la tele y te encuentras con esta imagen
Me quedé tan fascinada por saber quién era ella y cómo había llegado ahí que me desvele por ver la película. Cuando acabe la película, busque el libro y de ahí me tope con un texto que me iba a enseñar tres lecciones que después aplicaría en mi carrera profesional.
Hay una gran diferencia entre la motivación externa y la interna.
La primera vez que Sayuri, la protagonista, va a la escuela de geishas es porque un día la subieron a un tren, la separaron de su hermana y la dejaron con una nueva familia que le explicó que estaba ahí para convertirse en geisha.
Ella en lugar de poner atención en las lecciones, iba a la escuela para encontrar a su hermana. Cuando su hermana le propuso escapar, en lugar de pensar en que estaba rechazando una oportunidad de educarse, se subió al techo para escapar brincando de casa en casa. En lugar de poder escapar, terminó con un brazo roto, sin oportunidad de ir a la escuela y convertida en sirvienta.
Más tarde en la historia, Sayuri quiere convertirse en geisha y aunque esta vez no tiene quien le pague los estudios, consigue apalancarse de su única ventaja, una geisha de alto rango que acepta ser su mentora para conseguir debutar. Con esa motivación, Sayuri utiliza su ingenio para ponerse al corriente, ya que está compitiendo con alumnas que le llevan hasta diez años de ventaja. Te explica cómo mientras tiende camas, va a hacer los recados y barre las recámaras está repasando las canciones que tiene que tocar en el shamisen. Y cómo aprovecha la hora de la siesta para aprenderse las coreografías de baile.
Al principio tenía las condiciones ideales pero ella no quería convertise en geisha, después tiene todo en contra pero con la motivación y aprovechando la suerte, consigue convertirse en una.
Las decisiones que tomas te van convirtiendo en quién eres.
Una de las partes más interesantes del libro es cuando Sayuri tiene que decidir entre apoyar solo a una de las mujeres con más influencia sobre su futuro.
Por un lado está la dueña de la casa en la que vive. Si la dueña decide adoptarla, todas sus deudas desaparecen y ella se queda con el negocio una vez que la dueña muere.
Del otro lado está la mentora que la ayudó a debutar, le dio contactos y es en gran parte responsable de su éxito. La mentora ya la ayudó todo lo que pudo y si bien es una mujer de gran fama, no puede darle la seguridad económica que la dueña de la casa ofrece.
Años atrás la mentora hizo una apuesta con la dueña sobre el éxito de Sayuri y ahora ha decido venir a cobrar lo que le corresponde como ganadora de la apuesta. La dueña de la casa pretende no recordar las condiciones porque no quiere pagar y llama a Sayuri como testigo para que aclare los términos.
Sayuri misma confiesa que en ese momento preferiría volver a caerse del techo que tener que decidir entre la dueña y su mentora.
Al reflexionar ve que si miente en ese momento para complacer a la dueña, es el primer paso para acabar como ella, con dinero sí, pero con una reputación de tramposa que hace que los demás desconfíen de hacer tratos con ella.
La escena se resuelve cuando Sayuri le da la razón a su mentora, prefiriendo arriesgarse a hacer enojar a la dueña que destruir su reputación de persona honesta ante su mentora.
Vivir solo de tu cara bonita es casi imposible.
La mentora de Sayuri le explica que hay muchas geishas que acaban arruinadas por mantener la fachada de qué viven una vida de lujo, que es básicamente la versión de 1940 de lo que está pasando ahora que hay muchos que quisieron dársela de influencers para acabar en deuda de tarjeta de crédito por tanto viaje y restaurante caro. Porque en lugar de vender lo que saben hacer, estaban vendiendo un estilo de vida.
Y si bien Sayuri es bonita, no está en ese 1% que es tan absolutamente bella que le pagan todo con tal de disfrutar de su compañía.
Tampoco es hija de geishas, que tienen la ventaja de heredar los clientes, los kimonos y el acceso a las casas de té.
La solución de la mentora es encontrar una especialización que le permita ganar fama, en este caso el baile, y aprovechar esa fama adicional para conseguir más clientes, de manera que al ser la geisha que más gana en su casa, consiga ser adoptada por la dueña.
Así que Sayuri, en lugar de depender de su juventud y belleza, aprende a depender de su trabajo duro y de identificar cuál parte de su trabajo le da una ventaja injusta.
Memorias de una Geisha no fue el único libro que impactó para bien, aquí te dejo otro ejemplo