La carga mental es aquella lista (aparentemente interminable) de cosas por hacer. Incluye cosas que creemos tener que hacer y cosas que quisiéramos tener el tiempo y los recursos para hacer. Y a dónde nos movamos, viene con nosotros. Es como tener un pájaro carpintero en la cabeza, que pica interminablemente.
Una de las primeras consecuencias de esa carga es no poder dormir bien. O batallas para quedarte dormida o si duermes pero no descansas. No son los treintas, es tu carga mental que no deja a tu cerebro desconectarse. Y como a mi me gusta dormir y me imagino que a ti también, te comparto la solución que he encontrado para aligerar esa carga.
Una media hora antes de dormir, me pongo los tenis y me salgo sin audífonos, sin celular y sin compañía. Lo único que traigo es un reloj para medirme el tiempo y no rendirme antes. Lo que sigue es poner un pie delante del otro durante media hora.
Como no tengo nada con que distraerme, de inmediato mi cerebro me empieza a aventar todas las ideas, escenarios catastróficos y canciones que se le ocurren y yo me pongo a platicar conmigo misma hasta que mi cerebro se queda callado y yo me aburro.
Y así, aburrida, sigo caminando hasta que se completa la media hora.
Fácil no es, los minutos se vuelven eternos y tienes que resistir la tentación de estar mirando el reloj.
A cambio de ese rato incómodo, llego a la cama con una mente mucho más tranquila y consigo quedarme dormida más pronto.
Te invito a que pruebes esta caminata un día de esta semana y sientas la diferencia entre un cerebro enganchado a mil estímulos a la vez y otro que ya se dió el lujo de ir bajando su velocidad y puede ir contemplando las cosas sin objetivo alguno. Si te animas, me encantaría leer tu experiencia en comentarios.