Mi parte favorita de mi sabático
Esta semana se cumplen 3 semanas desde que firme mi renuncia.
La verdad la primera semana seguí con el vuelo que ya traía por la rutina del trabajo. Me dormía temprano, me levantaba temprano y me dedique a sacar esos pendientes que se estuvieron acumulando durante todo el año (adivinen quién al fin desocupo su cajuela y mando a donación lo que tenía sin usar).
La segunda semana fue cuando las cosas se me descontrolaron.
Tuve un choque con mi mamá porque teníamos diferentes expectativas sobre qué hacer con nuestro tiempo juntas. También fue la semana que me quedé leyendo hasta las 3 de la mañana y mandé al diablo mi ciclo de sueño. No se los recomiendo.
También me peleé con mi novio porque me pregunto si ya había hecho unas cosas el miércoles que según yo quedaban el lunes y aún no estaban listas. Ups. Mi novio sólo me lo preguntó en plan de sacar plática y yo lo tomé como un reclamo por no estar siendo productiva.
Y ahí está el detalle, ¿realmente qué es este tiempo para mi? Ni siquiera yo lo sé
¿Es un descanso del tipo pausa todo y quédate viendo series y leyendo para recargar baterías?
¿Es un tiempo para investigar sobre el mercado laboral, armarme un plan de carrera y metas para poder arrancar en enero?
¿Son vacaciones en las que no tengo nada planeado para el día y estoy disponible para acompañar a mi mamá o a mi pareja en lo que sea que les antoje?
¿Es mi oportunidad dorada para dejar meses de contenido programado y aprender a editar audio para poder relanzar todas mis entrevistas en formato podcast?
Udemy, Platzi, Domestika, todos ellos me esperan con los brazos abiertos a que tome esos cursos que decidí comprar para luego. Un luego que ya llegó porque al fin tengo el tiempo, al menos en teoría.
Mi respuesta es que lo quiero todo. Quiero que este tiempo sea productivo pero a la vez quiero que sea algo que me recargue las baterías.
Y para conseguirlo, decidí agarrar uno de los trucos de organización del tiempo que aprendí cuando trabajaba tiempo completo y tenía proyectos andando: dedicar días completos a un solo tipo de actividades. Eso me da bloques de tiempo para limpiar y cocinar, para crear contenido, para andar manejando de un punto a otro y para saber que puedo darme el lujo de pasar el día completo con alguien. Querer programar muchas cosas diferentes en un día es un multitasking que te impones tú sola.
Al menos yo sé que funcionó mejor sabiendo que los martes en la tarde ya están separados para x cosa. Entonces le puse nombre a cada día de la semana, martes es para mis pendientes, viernes tengo prohibido trabajar, se descansa y domingo es para la familia, etc.
De esa manera tengo tiempo de pasar tiempo con las personas que me importan, de ayudarles, de descansar y de avanzar, porque me vuelvo loca si siento que estoy perdiendo el tiempo.
Adicional a eso, empiezo a hacer cosas para otros a las 10 am. Antes de esa hora aprovecho para dormir esos 5 minutos más que pide el cuerpo y sobre todo, aprovecho para hacer todos esos ejercicios de reflexión que requieren estar sin distracciones. Ese par de horas en la mañana son mi momento más preciado y al que protejo sobre todo.
Sólo por ese par de horas que tengo todos los días conmigo misma, valió la pena esta pausa. Me estoy dando el lujo de trabajar en mi misma en el horario en el que estoy más fresca.
Cuéntame, ¿tienes algún tiempo que sea sagrado en tu agenda?